viernes, 21 de mayo de 2010

Uno de Adriana Kogan


El corazón salvaje de las cosas

Negrura.

Separar la maleza de la obra.
Por fuerza mayor los eslabones de la gran cadena se reparten el trabajo.
Entre los pelos, enredado un solo pensamiento
pequeño y errado.

Una estrella sobrevuela a mi altura, la veo venir
como se ve venir una canción o una roca
o una línea musical, mental, sentimental
un fruto que pasa redondo y lo persigo con la fuerza que el trabajo que arde (cuando arde) me transmite:

¿un tigre?
¿pasto?
¿una forma pendiente?
¿un estruendo?
¿un sentimiento que avanza hacia los lados?

Sólo unas cuantas piedras para el corazón:
feroz es el ciervo que pasa dormido
rojiza es la sangre que lo recorre
pesada es la carga que cree sentir cuando lleva un pensamiento en su espalda.

Misterio, descreo
secreto, lo guarda
cadena, la lleva (solidaria)
oculta es la llama que está prendida, no siempre encendida, quemando el pelaje que le da forma, alimento y todo el aliento que necesite para agitar el lomo, respirar el fuego y soplar el calor.

Alguien diría que el corazón salvaje de las cosas, en su solo intento de pertenecer al mundo de los objetos naturales, irrigaría verdades tales como:

-“naturaleza muerta”
-“ver para creer”
-“pastos en los zapatos anuncian prosperidad”
-“sorpresa”
-“conciencia progresiva del progreso”
-“fin del mundo”
-“casos clínicos”
-“el gato se aísla para morir”
-“desmesura”
-“ovni”
-“la luna blanca, un observatorio de las cosas humanas”

Al tiempo que es el mensaje, lo transmite
un rumor, un rugir, un temblar
un cordón que, llevadero, parte hacia la selva espesa de la gran cadena natural
un ciervo que anuncia que no hay regreso porque los halcones se han devorado, una por una, las migas de pan
señales rojas como un fluido verdadero
trabajo que da energía y después la saca
un recorrido aparentemente circular, y sin embargo.

Armada hasta los dientes llego al peor lugar
el pelo en una trenza enmarañada
soy una madeja pensante
soy un animal distraído
soy una recién llegada al centro (que imagino) enérgico y punzante hacia un solo corazón que, por continuidad, me pertenece sólo a mí y a un ciervo que casi siempre me acompaña.



Las cosas, los patos, Zorra Poesía, Ediciones x10